La dificultad reiterada para llevar a cabo relaciones de pareja sanas puede deberse, en realidad, a que una de las personas sufre un Trastorno del Déficit de Atención / Hiperactividad (TDAH). También estados depresivos o de ansiedad pueden estar relacionados con un TDAH. Según han evidenciado los científicos, el TDAH puede tener un componente genético importante, por lo que los progenitores y hermanos o hermanas de alguien con el trastorno tienen mayor probabilidad de padecerlo. Si entre un 5 y un 8% de niños y adolescentes sufren TDAH, en la edad adulta este trastorno afecta a un 4 o 5% de la población.
Los síntomas del TDAH y su gravedad pueden variar mucho de una persona a otra. Pueden padecerlo personas adultas, en las que se manifiesta con frecuentes distracciones, tienen tendencia a la hiperactividad e impulsividad, les cuesta más centrarse en una información concreta y priorizar tareas. También pueden mostrar dificultades para cumplir con los compromisos adquiridos, o bien retrasan la realización y entrega de tareas, olvidan reuniones y citas médicas o sociales. La impaciencia, la baja tolerancia a la frustración, la falta de concentración en la lectura y la ausencia de orden en nuestras cosas, así como los cambios de estado de ánimo, todo ello puede explicarlo un TDAH en adultos. Son síntomas que pueden afectar negativamente áreas importantes de la vida, como el rendimiento académico y en el trabajo y las relaciones familiares y sociales. Pero también en otros aspectos como la conducción, la gestión del dinero, la crianza de los hijos o el cuidado de personas dependientes.
La complejidad de la vida adulta, el estrés laboral y mayores responsabilidades, pueden dificultar la detección del TDAH que en la infancia es mucho más fácil de diagnosticar. El trastorno lo pueden ocultar también las compensaciones, los remedios que la persona aplica a sus dificultades, ayudándose de familiares o secretarias, o disminuyendo actividades –que podría muy bien llevar a cabo con un tratamiento correcto de TDAH–. A pesar de tener éxito en tu trabajo, pueden manifestar sentimientos crónicos de baja autoestima.
En general, en un par de entrevistas clínicas de diagnóstico se analizan la frecuencia e intensidad de los síntomas para descartar o no el TDAH u otros posibles trastornos. Solo se diagnostica cuando los síntomas son suficientemente graves para causar problemas significativos en más de un área de la vida, como por ejemplo no rindiendo en el trabajo, o con dificultades en las relaciones de pareja. Además, hace falta que los síntomas se hayan manifestado en la infancia y que dichos problemas no se expliquen por otro trastorno, como depresión, ansiedad, etc.
Siempre es recomendable acudir a un profesional de la psicología especializado en este tipo de trastornos.