Testimonios

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Testimonios de terapia individual

“La decisión de comenzar una psicoterapia no es admitir un fracaso; es uno de los primeros pasos positivos para un futuro mejor y más feliz. Me ha ayudado a entender porque mi matrimonio se acabó y me ha ayudado a encarrilar mi vida de nuevo. Ahora, soy mucho más consciente. Puedo reconocer maneras negativas de pensar y dar pasos simples pero efectivos para corregirlo. Soy una persona mucho más feliz y segura de mí misma que antes, más incluso que antes de la crisis que me llevó a terapia”. (Hombre, 54 años)

“A mí, ir a terapia me ha cambiado la vida. No estaría viva. Incluso mi propio peluquero me ve más tranquila. Si tienes el suficiente coraje para hablar de las cosas que te avergüenzan o te son dolorosas, la terapia te resulta muy reconfortante. No es mágica, no pasa en dos o tres semanas, pero consigues una vida sin dolor y con más comprensión”. (Mujer, 42 años)

“En apenas tres visitas, durante mi periodo de estudios en Barcelona, mi estrés ha bajado, he identificado los pensamientos negativos que me deprimían, que me impedían salir, estudiar, que me ponían ansioso, disperso y desconectado. Me he dado cuenta que mi dependencia de la marihuana contribuía de manera significativa a ello y que ya no la necesito en absoluto para relajarme”. (Hombre, 21 años)

“La terapia para mí es como un día a la semana que te sirve para sacar fuera las cosas que te has ido guardando. Como si cargaras un peso y te lo sacaras. Te deshinchas. Con la terapia, he aprendido a cambiar hábitos y comportamientos. Antes, cuando una cosa me salía mal, me cerraba. Ahora, veo que algo no me va bien, me lo saco.  Me encuentro más cerca de mi misma que nunca, tengo bienestar y tranquilidad”. (Mujer, 20 años)

Estuve muy a gusto con la psicóloga Capdevila. Me ayudó mucho a salir del agujero donde estaba metida en sólo 9 sesiones. Ahora puedo hacer cosas como llamar a centros o buscar trabajo, tengo más confianza en mi misma y tengo más ganas de hacer cosas”. (Mujer, 23 años)

“La experiencia de trabajar con Connie Capdevila Brophy fue muy útil y especial. Tiene un enfoque súper profesional y, sin embargo, puedes sentir su empatía por cualquier condición humana. Las preguntas de Connie siempre eran directas a la grano, agudas y a menudo llenas de humor inesperado. Tiene un talento extraordinario para detectar rápidamente la raíz de un problema y, por tanto, llega al núcleo de un sufrimiento que hace que gestionarlo sea más fácil.

Lo que más me ha ayudado: Connie no se recreaba en los problemas, más bien me dio sugerencias prácticas sobre lo que podría intentar hacer para superarlos. A menudo era lúdico, consejos paso a paso que realmente ayudaban. Con ella entendí el poder de los pequeños pensamientos y los miedos y cómo pueden impedir que actuemos.

El hecho de que me ayudara a resolver problemas que llevaba conmigo durante mucho tiempo no sólo me generó confianza en ella sino también en mi misma. Aprendí a abordar mis problemas de una manera más saludable gracias a la forma en que trabajamos juntos. De hecho, aprendí que realmente puedo cambiar las cosas para mejor.

Connie es muy precisa cuando intenta entender la situación en la que te encuentras, y no hace suposiciones salvajes y lo acepta si no estás de acuerdo con una de sus interpretaciones. Realmente siempre trata a sus clientes con dignidad y respeto, sobre todo cuando lo necesitan.

Encontré su estilo de terapia muy profesional. Tiene una variedad de métodos muy distintos para tratar realmente un problema e integrar los nuevos aprendizajes. Siempre que dejaba su despacho sentía que me estaba convirtiendo en el maestro de mi vida, un maestro que todavía aprende y fracasa, pero que puede dar forma a mi realidad. No dudaría en recomendarla o volver a llamarla si quisiera entender mejor una situación de mi vida o simplemente necesitaba ayuda inteligente, humana y profesional”. (Mujer, 44 años)

“La decisión de realizar la primera visita con Connie ha sido una de las mejores resoluciones que he tomado nunca. Después de sólo dos sesiones, ya empezaba a sacarme de encima bastantes de los pensamientos negativos que tenía. Tras pocas semanas yendo a terapia, me di cuenta de una importante mejoría en mi felicidad y mis relaciones con la gente. No tengo palabras para hablar del servicio y apoyo que Connie y su equipo me brindaron. La peor parte de todo el proceso consistió en coger el teléfono para decidirme a realizar la primera visita. No dejéis que estas dudas del primer paso os alejen de buscar la ayuda que merecéis”. (Hombre, 30 años)

“No hace mucho tiempo, yo no era la misma; no pensaba, actuaba o hablaba como de costumbre. Sabía que algo me estaba pasando, pero no podía ponerle punto final. Había desarrollado una fibromialgia. Entonces fue cuando pedí ayuda. Un amigo me llevó a ver a la Dra. Capdevila. No resultó fácil. Sabía que si tenía que hacerlo sola, no lo hubiera hecho. Al principio, mi amigo me condujo hasta su consulta en coche. La hora de camino fue un infierno porque no quería hablar con una mujer a la que no conocía, ni en la que tampoco confiaba. Un montón de cosas emergieron en esa hora. Lo recuerdo ahora y me parece increíble. Nunca pensé que mi recuperación resultaría tan rápida. Empecé a desear volver a ser la persona positiva, feliz, enérgica que siempre había sido, a hablar con mis amigos. Le doy las gracias a la Dra. Capdevila porque me guió con una sonrisa. En medio de la terapia, empecé a conducir sola y a esperar con ansiedad la llegada de la próxima sesión. La veo como una mujer fantástica que me ayudó a confiar en mi misma y a ser más fuerte. Sin su ayuda, no creo que hubiera superado la muerte de mi padre, tres meses después. Estar viva es fantástico y ahora estoy esperando mi primer bebé”.  (Mujer, 33 años)

“Mis últimos tres meses en Barcelona fueron claramente mejores y, a pesar de que la terapia no es una cura milagrosa, creo que consiguió un gran y positivo impacto durante el tiempo que pasé allí. Ahora que he vuelto a casa, puedo recordar con agrado mi estancia en España y eso es gracias en gran parte a la Dra. Capdevila, quien fue intuitiva, comprensiva y me brindó su apoyo durante nuestras sesiones. Quisiera recomendarla sin reserva a los estudiantes que estén pasando un mal momento en Barcelona”. (Hombre, 20 años)

“Yo soy una historia de éxito. Pedí hora para la consulta de la Dra. Capdevila después de que mi empresa multinacional realizara algunos cambios, incluido el relevo de mi jefe directo, que se ocupó a partir de entonces de todas mis áreas. Pensé que mi carrera como ejecutivo había terminado. Me sentí fracasado y preocupado de que no iba a ser capaz de tener oportunidades profesionales en el futuro. Ahora, duermo mejor, me siento menos cansado, más descansado, más en control. He aprendido estrategias para usar en mi trabajo. Incluso me siento mejor en mis relaciones sociales que antes incluso de tener los problemas laborales, porque tengo mayor confianza en mí mismo”. (Hombre, 41 años)

“Connie me ayudó a identificar de dónde venían y qué significado había detrás de mi ansiedad y fobias, a través de la terapia y también de materiales de lectura. En pocas semanas, no sólo lo habíamos identificado, sino que empezamos a trabajar para aprender mecanismos y la manera de afrontar estos temas, explorando su naturaleza, y aprovechando la ayuda de las técnicas de relajación. Yo sabía que podía confiar en Connie para explorar mis problemas así como cualquier otro problema que pudiera surgir. Su paciencia y conocimiento me ayudaron a conseguir las metas que me puse para mejorar”. (Hombre, 29 años)

“Yo era una persona muy negativa, preocupada, estresada y siempre cansada antes de empezar terapia. Me molestaban las reuniones sociales por ser muy tímido y procuraba evitarlas. Experiencias pasadas en mi vida me habían derrumbado y no me daba cuenta de todo lo que me afectaban. Realmente, había minusvalorado todo lo que el peso de las circunstancias, pérdidas y problemas familiares y los descalabros de la vida, me habían llegado a afectar. No había resuelto las malas experiencias pasadas, ni liberado la carga de rabia, frustración y culpabilidad que había llevado encima durante mucho tiempo.

Después de sólo dos meses en terapia, empecé a correr, empecé a sentirme con más energía y menos estresado. También aprendí a cuestionarme mis pensamientos negativos, sobre mí mismo y sobre los demás, y empecé a buscar pruebas por esos pensamientos negativos. Esto me sirvió para darme cuenta de que no tenía ninguna razón, ninguna base para justificar estos pensamientos negativos. Hacer esto ha logrado sacarme el hábito de ser negativo y tener, primero, un pensamiento positivo, en lugar de que fuera al revés.

Mi relación con mi pareja ha mejorado inmensamente y ahora soy capaz de expresarle a ella mis necesidades de forma mucho más clara que antes. También he ido a dos fiestas de cariz social que he disfrutado muchísimo y he puesto en práctica un montón de cosas que he aprendido en la terapia.

Connie me ha hecho sentir siempre tranquilo mientras tratábamos temas importantes y me sorprendieron que sus intuitivas preguntas hicieran que me abriera y revisara pensamientos que tenía escondidos o recuerdos que había suprimido hacía tiempo. Ir a terapia ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida, me ha permitido llevar una vida más feliz y saludable de la que llevaba hasta hacía dos meses, cuando me parecía imposible llegar a donde estoy ahora”. (Hombre, 38 años)

“Empecé a ver a la Dra. Capdevila cada semana después de mi primer mes de estudios en Barcelona me dejó angustiado, frustrado y, probablemente, deprimido. Me sentía culpable por desperdiciar mi tiempo en Barcelona. Durante nuestras conversaciones, la dra. Capdevila me ayudó a darme cuenta de que mi autoculpabilidad empeoraba mi estado de ánimo, que de rebote me causaba más culpabilidad. Me conciencié de mi diálogo interior, y al hacerlo me di cuenta de que la mayoría de mis problemas tenían solución, y que mi energía mental estaba mejor aprovechada buscando las soluciones que sintiendo pena por mí mismo”.  (Hombre, 20 años)

“Diagnosticarme con un trastorno de déficit atencional/ hiperactividad (TDAH) ha marcado un antes y un después en mi vida. Me estoy medicando con Concerta, pero no noto demasiado los efectos. El cambio más importante se ha debido a las sesiones de terapia con Connie Capdevila, que es mi psicóloga: me ha sabido reconocer, abierto las puertas a la conciencia de mi trastorno y sobre todo, proporcionado nuevas perspectivas y métodos que me ayudan a establecer un equilibrio emocional y sin renunciar a la persona que soy. Me ha proporcionado herramientas para educar mi carácter. Digo sinceramente, que enseguida se superaron todas las expectativas que tenía de poder salir de la espiral negativa en la que me había hundido. Podría decir que sobre 100, la ayuda ha sido de 250%. De todas formas, un factor clave y muy importante ha sido toparme con alguien realmente capaz, ya que por desgracia no siempre es así. Confiar tu vida a un desconocido es una decisión dificilísima y demasiado trascendental como para tomárselo a la ligera. La gratitud es inmensa: a la suerte de haber topado con la doctora Connie Capdevila, que enseguida me preguntó por qué me mordía las uñas, si estaba nerviosa o lo hacía por hábito”. (Mujer, 19 años)

“Nunca había ido antes a terapia y no sabía qué esperar. Tras recibir tratamiento por cáncer de mama, decidí contactar con la dra. Capdevila por recomendación de una amiga. Pensé que sería más fácil si la terapeuta conocía todas las respuestas y me daba una solución rápida a mi problema. Para mí, se convirtió en una exploración dual, sobre mis emociones y mis relaciones, y eso, realmente, lleva su tiempo. Y no todo pasa durante las sesiones. Para conseguirlo, debes estar preparada para trabajar también tu misma en casa”. (Mujer, 46 años)

“Cuando llegué de EEUU a Barcelona para el semestre universitario, pensaba que una nueva ciudad, con gente nueva, me ayudaría a pasar página de mi dura niñez y relaciones pasadas. En lugar de eso, me encontré en un sitio completamente desconocido que me hizo resurgir mis experiencias traumáticas porque ya no podía utilizar mis roles familiares de máscara que utilizaba con los amigos, familiares, en la escuela y en el trabajo.

Estar en el extranjero supuso arrancarme de estos roles y redefinirme desde dentro, en lugar de utilizar factores externos. Aunque esto tendría que haber sido liberador, me produjo una ansiedad extrema y acababa poniéndome en situaciones peligrosas. En ese momento, no sabía por qué dejaba que tuviera lugar este ciclo de frustración, me culpabilizaba, pensando que tenía un defecto inherente que debía de ser arreglado. Cuando empecé a ver a la Dra. Capdevila, me ayudó a tener insight sobre por qué de forma inconsciente buscaba estas experiencias; era lo que me resultaba más familiar y cómodo. Me ayudó a darme cuenta de que estar acostumbrada a ignorar mis necesidades y estar en una posición vulnerable, no significaba que debía quedarme atrapada en este ciclo para siempre. Juntas, identificamos las emociones que me llevaban a conductas destructivas para fortalecerme e identificarlas y realizar los cambios, en vez de sentirme indefensa. Ella dedicó tiempo y esfuerzo extra para asegurarse de que al final del semestre, yo finalmente me sentía liberada con la idea de ser completamente responsable de mí misma, en lugar de sentirme angustiada y asustada”. (Mujer, 20 años)

“Para mí, uno de los aspectos más frustrantes del diagnóstico de infertilidad era el consejo de amigos y familiares de que dejara de estresarme para que no hiciera la situación aún peor. ¿Pero cómo podía relajarme si tener una familia era mi gran deseo y ambición en la vida? Tras meses de ir a peor, sólo con que me mencionaran que una persona conocida se había quedado embarazada, me quedó claro que debía enfrentarme a mis sentimientos. Sentía que me estaba volviendo loca. ¿Por qué sentía tanto dolor y tanta envidia cuando una amiga se quedaba embarazada? No era culpa suya si yo no podía hacerlo. Entonces, ¿por qué no sentirme feliz por ella? Como resultado de esta crisis, decidí pedir auxilio y acudir a terapia para superar estos sentimientos. A través de la terapia, entendí las raíces de mi paralizante ansiedad y tácticas para diluir esos sentimientos tan negativos. También conocí maneras de superar mi ocasional falta de asertividad, lo que mejoró sensiblemente mi relación con mis colegas de trabajo, familiares y esposo. Ya al final del tratamiento, había conseguido aceptar que no puedo controlar mi fertilidad y asumir la situación planteada. Trabajar con la Dra. Connie fue sólo parte de mi programa, de todos modos. También hice otros cambios, como trabajar menos, hacer menos ejercicio físico, practicar yoga y seguir los principios de la medicina tradicional china, mientras continuaba yendo a una clínica de fertilidad. Estoy segura que la terapia, además de los cambios en mi estilo de vida, jugaron un papel determinante en mi embarazo, conseguido en el primer intento tras inseminación intrauterina. La infertilidad afecta una necesidad muy primaria: El deseo de convertirte en madre. No podía sólo ‘relajarme’ porque era lo ‘mejor’ para mí. Necesitaba a la doctora Connie que me enseñara cómo”. (Mujer, 30 años)

“Antes de ir a terapia con la Dra. Capdevila, me sentía atascado, sin iniciativas ni motivación en mi vida. Me sentía negativo hacia mi mismo y también ponía esta negatividad en otros, como mi mujer; o bien la escondía, o la ignoraba, o la empujaba… En el momento de hacer la llamada para pedir hora, ya había hecho el 80% del trabajo. No me podía autoengañar más. Ahora disfruto del presente y estoy muy cómodo conmigo mismo. Me he dado cuenta que el crecer en una familia con alcoholismo era un tema estudiado y he aprendido como otros se han sentido en una situación similar. Yo sé que es mejor no esperar a que el problema empeore antes de coger el teléfono y llamar. Por eso, esta segunda vez todo ha ido mucho más rápido que la primera vez que busqué ayuda cuando llegué a estar muy mal”. (Hombre, 37 años)

“Contacté con la Dra. Capdevila después de un largo periodo de varios problemas físicos que yo relacionaba con trabajar largas horas al tiempo que me adaptaba a importantes cambios en mi vida. Sin embargo, después de muchos tests y pruebas físicas sin diagnósticos, me di cuenta que necesitaba ayuda psicológica. Desde el principio, la ayuda de la Dra. Capdevila ha sido muy buena. Pronto me sentí mejor psíquicamente con la ayuda de algunas básicas pero poderosas técnicas de relajación. Casi inmediatamente vi claramente el valor de poder hablar con alguien que no está involucrado personalmente en mi vida, pero está formado profesionalmente para ayudar. No sabía que esperar pero casi inmediatamente me gustó el método racional a los problemas emocionales y pronto anticipaba positivamente las sesiones semanales. Me relajaba y veía el progreso cada semana, paso a paso. Durante la sesión, a menudo sentía que me miraba en un espejo y veía cosas que antes no había visto. Aunque no es posible que cada sesión sea 100% productiva, yo me llevaba al menos uno o dos aprendizajes, dándome cuenta de ello a veces más tarde. En las sesiones, me veía obligado a hablar de mis sentimientos, mis miedos, de mi mismo y no de mi trabajo, ni de mis últimas vacaciones, ni de las noticias o cosas por el estilo.  Aunque al principio se me hacía incómodo, con el tiempo me acostumbré. El resultado fue que empecé a sentir que la mala racha había terminado. A esto siguieron algunas cosas personales positivas y me sentía bien la mayor parte del tiempo, y terminé el tratamiento.

Sin embargo, un año y medio más tarde, una combinación de acontecimientos en mi vida me tumbaron y volví a la Dra. Capdevila. Esta vez realicé algunas sesiones con mi pareja. Ambos coincidimos en que la ayuda de una persona independiente fue importante. Además, estas visitas eran muy diferentes, se había añadido una nueva dimensión. Ir a las sesiones solo era algo íntimo, pero ir con mi pareja sentí que realmente me abría de una forma diferente. Esto fue muy importante. Esta vez realmente me di cuenta que lo aprendido no se había ido, era parte de mi. Darme cuenta me cambió la forma de pensar.  En general, la experiencia ha sido muy buena. La ayuda de una persona formada independiente, aprender sobre las emociones y los sentimientos, sobre mi mismo, y más, estará conmigo el resto de mi vida. Las emociones son una parte muy importante de mi vida”. (Hombre, 35 años)

“Estaba atravesando una difícil ruptura tras seis años de relación. Cuando llegué a Barcelona para hacer mi máster, empecé a sufrir fuertes ataques de ansiedad. Quise encontrar un terapeuta de habla inglesa en Barcelona y el nombre de la doctora Connie apareció rápidamente. Al principio, era muy escéptica porque temía que mi problema no pudiera ser solucionado con la intervención de un especialista. Como estudiante, quería hallar una solución saludable que me permitiera disfrutar de mi año en Barcelona. La doctora Connie me ayudó a encontrar la raíz de mi problema y con cada sesión, aprendí algo bueno sobre mí misma y las razones que subyacían tras mi estado de ansiedad. Lo que más me gustó de las sesiones es que ella me ayudó a entender la realidad de cuanto me estaba sucediendo en lugar de  centrarse en lo que mi mente me hacía creer. Mis ataques de ansiedad empezaron a disminuir tras nuestra tercera visita y siempre acababa nuestras sesiones con una sensación de alivio. La doctora Connie me ayudó a cambiar la manera en que estaba viviendo esa situación y me enseñó técnicas que me beneficiarán a la larga, sin buscar sólo la solución a corto plazo. La recomiendo a cualquiera que necesite apoyo, sin importar lo grande o pequeño que sea su problema”. (Mujer, 26 años)

“Cuando empecé las sesiones de terapia, no sabía cómo etiquetar mis problemas. Lo único que tenía claro es que mis mecanismos para afrontar los problemas No me eran útiles. Durante nuestras sesiones, la Dra. Capdevila a menudo se centraba en mis problemas con la ansiedad y la asertividad. Así descubrí, al menos en mi caso, que ¡las dos a menudo van juntas! A pesar de ello, aún no tenía ni idea de cómo denominar mis problemas, y mucho menos, sobre cómo solventarlos. Ahora, tengo la sensación de que todo cuanto aprendí en su terapia me resulta tan obvio que no me puedo creer que no me diera cuenta antes de que padecía problemas de ansiedad y falta de asertividad. Muchas de las sugerencias que la Dra. Capdevila me hizo sobre cómo superar mis dificultades resultaron tan simples, y tenían tanto sentido, que las asimilé rápidamente como algo natural en mi.

Siempre pensé que tenía facilidad para ser una buena comunicadora, y por tanto me sorprendió que la Dra. Capdevila me empezara a hablar sobre asertividad. Tendía a esconder mis propias necesidades y a priorizar el bienestar de otras personas sobre el mío propio. Evitaba la confrontación. Lo hacía porque a menudo es más importante para mí caer bien que escuchar y atender mis propias necesidades. Lo hacía, también, porque era un reto para mí expresar rabia de manera asertiva. Lo cual no quiere decir que estuviera enfadada. Lo hacía, y cuando lo hacía, tendía a no dejarme expresarlo. Eso me llevó a preguntarme, a mi misma y a las personas relacionadas con esa situación puntual, qué me ponía rabiosa. Gasté un montón de tiempo y energía tratando de pensar si era correcto sentirme enfadada, si la persona está siendo incorrecta al sentirlo o si soy yo quien está equivocada.

Gracias a la terapia aprendí que, en cambio, puedo expresar mis necesidades de manera asertiva. Con el apoyo de la Dra. Capdevila, empecé a hacerlo y, hasta ahora, estoy sorprendida con el resultado. Los que me rodean parecen apreciarlo, tras la sorpresa inicial. Al hablarlo claro, actualmente tengo mayores oportunidades de ser tenida en cuenta y respetada. Como señaló la Dra. Capdevila, guardándome dentro mis frustraciones también creaba distancia entre mí y las personas que quiero. Hablarlo les permite conocer otra parte de mí, les permite relacionarse mejor conmigo, saber cómo me siento. Ya no gasto horas inútilmente dándole vueltas a lo que está bien o mal en tal o cual situación. Otra de las cosas que aprendí consiste en no esperar que la gente respete mis necesidades si no sabe cuáles son, ni en qué consisten.

También conocí modos de llevar mejor mi ansiedad. Mis ansiedades están ahora, en su mayor parte, vinculadas a mi trabajo. Sentía pensamientos obsesivos sobre ser una fracasada o rechazada en mi sector profesional. Hasta ahora, en el corto tiempo en el que hemos realizado terapia juntas, menos de tres meses, he aprendido a identificar cuando estaba sufriendo pensamientos obsesivos y a distinguir tales pensamientos de la realidad.

Mis pensamientos sobre el sentimiento general de fracaso han mejorado sensiblemente. Realmente, hay escasa evidencia de ello y, en cambio, muchas pruebas que demuestran que tengo lo necesario para triunfar en mi sector. Resulta muy estimulante permitirte, al fin, creer en ti misma: ¡Tengo lo que hace falta! Sinceramente, la terapia me ha hecho ver que era demasiado autocrítica y dura conmigo misma.

Lo que más aprecio de la Dra. Capdevila es que nunca dramatizó mi situación. Mientras yo sentía que había algo en mí que no funcionaba bien, ella siempre me trató con dignidad y respeto, como alguien completamente competente y capaz de manejar su propia vida. Ella nunca hizo ninguna presunción sobre mí, tal y como me había sucedido antes con otros terapeutas. En cambio, sugirió situaciones y marcos interpretativos, y me permitió decidir cual se ajustaba mejor a mí. Adaptó un papel de observadora y me ofreció interpretaciones alternativas a la mía. A menudo me sentí sorprendida y liberada por las alternativas que me propuso. También, abrumada por sus sugerencias: “¿Qué quiere decir que mantengo distancia con la gente si no les comunico mis necesidades? ¡Nunca lo había pensado así!”. Ella me sugirió esas alternativas y las discutimos juntas. En el proceso, me guió y ofreció ayuda y consejos válidos. Lo hizo mientras me ayudaba a tomar responsabilidades sobre mí misma”.  (Mujer, 34 años)

“Para mí, uno de los aspectos más frustrantes tras mi diagnóstico de infertilidad fue el consejo de familia y amigos de que debía dejar de estresarme o solo empeoraría la situación. Pero, ¿cómo podía relajarme si formar una familia era el mayor deseo y ambición de mi vida? Después de un intento desastroso de fertilización in vitro y de meses de estar cada vez peor solo con que me mencionaran el embarazo de alguna amiga, estaba claro que debía enfrentarme a mis sentimientos. Me sentía como si estuviera perdiendo la razón. ¿Por qué sentía tanto dolor y envidia cuando una amiga se quedaba embarazada? No era su problema si yo no podía concebir. Entonces, ¿por qué no me podía sentir feliz por ella? Como resultado, decidí pedir ayuda a un psicólogo para superar esos sentimientos, para entenderlos mejor. A través de la terapia, comprendí las raíces de mi extrema ansiedad y aprendí técnicas que me ayudaron a difuminar tales sentimientos. También aprendí a superar mi ocasional falta de asertividad, que ayudó a mejorar muchísimo  mi relación con mis colegas de trabajo, marido y familia. Antes de acabar el tratamiento, había aceptado el hecho de que no podía controlar mi fertilidad y a comprender que el camino iniciado gracias al trabajo con la Dra. Connie solo formaba parte de mi ‘programa’. Realicé otros cambios en mi vida, tales como trabajar menos, hacer menos ejercicio físico, practicar yoga y seguir los principios de la medicina tradicional china, mientras seguí yendo a una clínica de fertilidad. Estoy segura que la terapia, junto a los cambios realizados en mi estilo de vida, la acupuntura y la herboristería china, jugaron un papel fundamental en el resultado de embarazo positivo recibido tras nuestro primer intento de inseminación intrauterina. Pero yo ya había resuelto temas subyacentes y podía aceptar un resultado positivo o negativo de embarazo. La infertilidad afecta a una necesidad muy primaria: El deseo de convertirte en madre. No podía “relajarme tranquilamente” porque sería lo mejor para mí. Necesitaba que la Dra. Connie me enseñara cómo hacerlo”. (Mujer, 30 años)

 “Transcurrido un año tras la repentina muerte de mi padre, me decidí a buscar un psicólogo y encontré a la Dra. Connie Capdevila. Entonces padecía episodios de ansiedad que arruinaban buena parte de mis días y experimenté algunos síntomas de depresión. Había realizado pocos meses de terapia después del fallecimiento de mi padre, pero después del primer aniversario me di cuenta de que necesitaba una manera más práctica de superar mi ansiedad y recuperarme de este año traumático. La Dra. Capdevila me ayudó a entender cómo se disparaban los episodios de ansiedad y cómo se desarrollaban. Y me facilitó herramientas muy efectivas para saberlas llevar en mi rutina diaria. Ahora siento que he regresado a mi ‘normalidad’. También trabajamos en aspectos como la comunicación asertiva y las relaciones sociales, entendiendo mis emociones y sabiendo afrontar mi duelo”. (Mujer, 24 años).

 

Testimonios de terapia de pareja

“Obtuvimos más de lo esperado. Ahora hablamos más. No podíamos conversar sobre cuestiones difíciles. Hemos aprendido maneras de hacerlo. Ella ve ahora que yo me preocupo. Puedo expresar mis sentimientos asertivamente”. (Hombre, 47 años).  “Somos más abiertos y tolerantes el uno con el otro. Hemos logrado presentar un frente unido ante los niños. He aprendido a no satisfacer a los demás justificándome a mi mismo. Él está más cercano a nuestros hijos”. (Mujer, 39 años)

“Como matrimonio estábamos en un punto que creíamos de no retorno. Una terapia de pareja nos parecía que era nuestra única y última posibilidad de arreglar nuestro matrimonio. Costó, habían muchas heridas que dolían, pero la dra. Connie supo cómo ir solucionando uno a uno todos los problemas que nos habían llevado al bloqueo. Nos dio herramientas y métodos para evitar repetir errores. Gracias a ella hemos salvado el matrimonio y somos felices, nuevamente. No solo recomiendo sus servicios para los que están tan mal como estábamos nosotros, los recomiendo en general para aprender a trabajar para el bien de la pareja”. (Hombre, 37 años)

“Cuando llegamos a terapia de pareja, estábamos los dos muy ansiosos y preocupados y nuestro matrimonio, a punto de romperse. Tener a una persona objetiva, escuchándonos a ambos, ayudándonos a los dos a tratar con asuntos y sentimientos difíciles de afrontar, inmediatamente empezó a disminuir la tensión en nuestra situación. Ser capaz de hablar en catalán e inglés, y así expresarnos como queríamos de manera más natural, también nos ayudaba a hacerlo de forma más ajustada. Algunos de los ejercicios que hicimos en la consulta también nos ayudaron. Cuando empezamos la terapia, sufríamos una enorme ansiedad y éramos incapaces de comunicarnos eso el uno al otro o entender lo que sentía la otra persona sin convertir la situación en peor. Acudir a terapia fue como deshacer un nudo. Nos ayudó poco a poco a crear un ambiente seguro y a permitirnos identificar qué nos estaba pasando individualmente y como pareja. Todavía tenemos cosas que aprender, pero nuestra relación ahora ha sido restaurada y nos sentimos una pareja feliz y contenta”. (Hombre 30 años y Mujer 38 años)

“Nunca había ido antes a terapia y no sabía qué esperar. Tras recibir tratamiento por cáncer de mama, decidí contactar con la dra. Capdevila por recomendación de una amiga. Pensé que sería más fácil si la terapeuta conocía todas las respuestas y me daba una solución rápida a mi problema. Para mí, se convirtió en una exploración dual, sobre mis emociones y mis relaciones, y eso, realmente, lleva su tiempo. Y no todo pasa durante las sesiones. Para conseguirlo, debes estar preparada para trabajar también tu misma en casa”. (Mujer, 46 años) “A pesar de que vengo de una educación que no hubiera sopesado la posibilidad de acudir a terapia, por ese viejo estereotipo de que quizá demuestra que sufres inestabilidad mental, debilidad, o incluso el miedo a revelar demasiado de quien realmente eres, para mi se convirtió en un medio de ‘curar mi alma’ alrededor de mi relación con mi esposa. Es algo que no hubiera podido hacer nunca sólo, hasta este nivel, gracias a la ayuda de un familiar o amigo. La manera absolutamente neutral y objetiva en  que tu terapeuta afronta tu ‘problema’ consiguió que nos re-enfocáramos en la forma en que nos planteábamos nuestra relación de pareja y empezáramos a cambiar la confrontación para empezar a entender o aceptar nuestras diferencias. Por primera vez en nuestro matrimonio, empezamos a darnos el ‘espacio’ privado que cada persona necesita. La terapia ha extirpado la tensión de mi matrimonio y nos ha hecho reconstruir el respeto del uno hacia el otro como individuos”. (Hombre, 52 años)

“Acudimos a la terapia de pareja de la dra. Capdevila por su experiencia y conocimientos. En pocas sesiones detectó el origen de nuestras diferencias y nos dio las herramientas necesarias para solucionarlas positivamente. Hoy puedo decir que es la mejor decisión que pude tomar y gracias a ella nuestra relación de pareja está mejor que nunca, después de 31 años de matrimonio. Cuando todo parecía perdido ella supo reconducir nuestra situación y llevarnos a buen puerto”. (Hombre, 55 años)  “Al principio, cuando inicié la terapia de pareja, estaba desorientada, confusa y con las expectativas muy bajas sobre el futuro de mi matrimonio. A medida que fuimos avanzando, la dra. Connie me demostró que mi relación si tenía solución. Me enseñó a conocerme mejor a mí misma y a resolver los problemas de comunicación que tenía con mi pareja. Mi relación ha mejorado notablemente, está muy consolidada y hemos dejado atrás todo aquello que no nos dejaba ser felices”. (Mujer, 50 años)

“Las sesiones de terapia de pareja me han otorgado las herramientas necesarias para examinar mi comportamiento y corregirlo de manera adecuada para acercarlo a mis necesidades. Han sido pasos muy positivos hacia mi desarrollo personal y, seguro, una excelente ayuda en relación a mi matrimonio y el resto de mi familia”. (Mujer, 45 años)

“Llegué con mi expareja a la doctora Capdevila porque habíamos decidido separarnos y queríamos evitar problemas a nuestro hijo. Después de un par de consultas enfocadas en nuestro hijo decidimos que yo haría terapia individual. Hacía tiempo que quería hacerlo y esta introducción lo facilitó. Yo había hecho otras terapias pero eran solo de hablar. Aquí he practicado nuevas formas de manejar mis emociones y conductas. Son como herramientas. Y esto me gusta. He aprendido a escuchar mi cuerpo. Me doy más importancia y me quiero más. Cosas pequeñas, pero muy grandes a la vez. Otras herramientas son más complejas y requieren más práctica y supervisión.”  (Mujer, 29 años)

“Pusimos en práctica lo que habíamos hablado en las sesiones. Estamos más comunicativos. Un cambio sustancial. Seguimos las pautas para tartar los temas. Hemos hecho un cambio de actitud.” (Mujer, 53 años y Hombre 54 años)

 “Acudimos a ver a Connie por una serie de problemas de pareja que se estaban enquistando. Desde el primer momento, encontramos un ambiente muy agradable, en el que podíamos hablar con tranquilidad de nuestros problemas, que era el primer paso para resolverlos. Gracias a Connie nos fue más fácil entender las causas, y nos guió en identificar aquellas actitudes y momentos que desencadenaban las discusiones, para poder resolverlos más fácilmente.” (Hombre, 39 años y Hombre, 37 años)

 

Testimonios de familias

“Buscar ayuda con la dra. Capdevila ha sido una experiencia muy positiva. Mi hijo de 13 años estaba desmotivado por los estudios. No se concentraba. No entendía las cosas y le daba rabia, se sentía impotente  y tontito. No quería que le volvieran a explicar las cosas. Le daba inseguridad. Tenía profesor particular desde hacía años. La dra. Capdevila ayudó a entender que lo que le pasaba no era voluntario, ni era tontito, todo lo contrario Ahora le cuesta menos. Está más contento y seguro. Ahora si suspende es porque no estudia. Antes no lo preparaba porque no lo entendía. Estamos más tranquilos en casa. Un psicólogo le había visto un año antes y no encontró ningún motivo que justificara una evaluación ni tratamiento. “Es la edad, los cambios” y yo insistí pero dijo que no podíamos hacer nada.” (Madre de niño de 13 años)

“Fuimos porque mi hija de 21 años no se encontraba bien, fumaba porros y bebía. Nos dimos cuenta que la otra hija lo pasaba mal. Discutíamos por tonterías.  Ahora podemos hablar directamente de las cosas importantes en lugar de callarme.” (Madre) “Mi mujer estaba baja de moral y no quería salir. Nuestra hija mayor nos había pegado un par de sustos. Me he dado cuenta de que cuando uno está mal, en lugar de criticar y dar voces se puede hablar.”(Padre) “La terapia nos ha unido más.  Yo he vuelto a las clases.” (Hija mayor, 21 años). “Ahora tengo más ganas de ayudar a mi madre.” (Hija menor, 18 años)

 

Testimonios de Terapia de Grupo

“Antes de empezar las sesiones de grupo, me resultaba muy incómodo hablar de temas privados de mi vida de manera abierta, particularmente con gente que nunca había visto antes en mi vida. Todo lo contrario, me sentí muy seguro en este espacio de grupo, ayudándome a sentirme cómodo y a hablar abiertamente con gente que había experimentado y estaba viviendo problemas muy similares a los míos”. (Hombre, 33 años)

“Nunca había participado en terapia de grupo antes de ir al grupo de la Dra. Capdevila. Había padecido durante varios años problemas de ansiedad y depresión y creí que el grupo me podía ayudar. Y así fue. La Dra. Capdevila supo crear un ambiente seguro y los otros miembros del grupo me apoyaron hasta extremos. Me sentí muy cómodo compartiendo mis pensamientos y sentimientos, y creo que es un sentimiento muy poderoso darte cuenta que no estás sola en todo aquello que está pasando en tu vida.  Tengo muchas ganas de apuntarme otra vez a una terapia de grupo” (Mujer, 46 años)

“Mi objetivo consistía en ser más positivo en diferentes relaciones. Tras la experiencia de terapia de grupo, pienso más, puedo controlar mis pensamientos negativos, respiro antes de reaccionar y estoy más en paz. Escuchar las historias de los demás ayuda. Me di cuenta que compadecerme de mi mismo y preocuparme suponen una pérdida de tiempo”.  (Mujer, 37 años)

“Estaba aterrorizado sin razón, antes de tiempo. Nunca había explicado mi historia a otra gente. Mi meta era superarlo y lograr un gran paso adelante. Conseguí ser más abierto tras mi experiencia en la terapia de grupo”. (Mujer, 29 años)

“El grupo es un lugar seguro. Tenía ganas de ir a las sesiones. No estaba sola. Me di cuenta de que ponía un muro. Ahora quiero trabajar en no situar mis expectativas demasiado altas”. (Mujer, 33 años)

“Las sesiones de grupo con la Dra. Capdevila me permitieron encontrar refugio y consuelo en un espacio donde todo el mundo se mostraba muy abierto y honesto. Saber que no estaba sola en mi manera de pensar un tanto turbada me ha ayudado enormemente. Creo que uno de los principales aspectos de estar deprimida y ansiosa es sentirse sola y anormal.  La gente que conocí eran como yo, seguían con sus vidas cotidianas pero con una lucha secreta. Juntos, con la ayuda de la Dra. Capdevila trabajamos a través de cuestiones comunes y aprendimos cómo reconocer cuando estamos asociando ciertas situaciones con las emociones del pasado. Siento que he aprendido lo que me “activa” y ahora estoy en el camino de controlar estas emociones e impedir que me superen y gobiernen mi vida. Siento que estas sesiones de grupo fueron una parte muy valiosa de mi proceso de curación”. (Mujer, 30 años)